Durante los días 10 y 11 de junio se llevó a cabo en el Vichada el workshop de socialización de resultados del Proyecto Jurui, una iniciativa que desde hace más de tres años lideran la Universidad de los Andes y la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito con el propósito de transformar la producción de marañón en esta región del país. A través del aprovechamiento integral del fruto y la articulación con comunidades locales, el proyecto busca posicionar al Vichada como un referente mundial en innovación rural.
El encuentro reunió a más de 100 personas entre productores de marañón, miembros de la comunidad vichadence, investigadores y aliados del sector productivo como Pelpak, empresa especializada en empaques. Durante la jornada, se socializaron avances en investigación, desarrollo y co-creación tecnológica con comunidades, en una muestra clara del poder de la colaboración interdisciplinaria.
El Departamento de Ingeniería Mecánica tuvo una participación destacada en el evento, representado por el profesor Alejandro Marañón y la estudiante de doctorado Tatiana Cruz, quienes presentaron el desarrollo de un material elaborado a partir de residuos del marañón y un empaque tipo canastilla diseñado para mejorar la eficiencia logística en la cadena productiva del fruto. Esta solución fue desarrollada en conjunto con el Departamento de Ingeniería Química y la Facultad de Arquitectura y Diseño, integrando conocimientos técnicos con prácticas y saberes locales.
Como parte del evento, el profesor Marañón ofreció una charla sobre el valor del trabajo colaborativo entre universidad, industria y comunidad, y destacó el rol de la ingeniería en la creación de soluciones sostenibles con impacto territorial.

El Proyecto Jurui ha sido liderado también por la profesora Alicia Porras, vicedecana de Investigación y Doctorados de la Facultad de Ingeniería de Uniandes, quien ha acompañado el proceso desde sus inicios. Su liderazgo ha sido clave para articular a los diferentes actores involucrados, impulsar el enfoque interdisciplinario del proyecto y garantizar que los desarrollos tecnológicos respondan de manera concreta a las necesidades del territorio.
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Gracias a este esfuerzo conjunto, hoy los residuos del marañón ya no se desechan: se transforman en productos innovadores que combinan tecnología de frontera con conocimientos ancestrales, mostrando cómo la ingeniería, cuando se construye desde lo local, puede convertirse en una herramienta de transformación social, ambiental y económica.